Fuente: El periódico El País
- Un informe evalúa recortar 62 millones con medidas polémicas
- Entre otras, reducir la vigilancia a la mitad, cerrar dos horas antes o recortar en limpieza
- El objetivo, casi inalcanzable, es no subir las tarifas
Una ciudad debajo de la ciudad. Más de 300 kilómetros de red que 2,5 millones de viajeros recorren a diario, como si todos los habitantes de la provincia de Valencia descendieran por las escaleras mecánicas para moverse de un rincón a otro de Madrid. El metro, seña de identidad de la capital desde hace más de 90 años, aspira a convertirse ahora en un escaparate publicitario, con la estación de Sol convertida en un laboratorio de pruebas forrada de arriba abajo con una campaña de promoción de un móvil. Se buscan “fórmulas imaginativas” (a decir del consejero de Transportes, Pablo Cavero, que llegó con la consigna de reducir gastos sin subir tarifas) para conseguir ingresar o ahorrar dinero. Al suburbano le pasa como a cualquier familia en estos tiempos: necesita apretarse el cinturón.
El objetivo es recortar unos 150 millones de forma progresiva, 50 lo antes posible. ¿Para qué? Para intentar, como ha pedido la presidenta, que las tarifas no suban, algo que cada vez suena más irreal. Por los despachos de la empresa pública -entre ellos el del consejero delegado y principal responsable de Metro, Ignacio González Velayos- circula un documento con propuestas de “impacto mediático”, según alerta el informe al que ha tenido acceso EL PAÍS. Elaborado por directivos y exdirectivos de la casa (Metro redujo el organigrama a la mitad en enero) supone hasta 62,5 millones menos de gasto en un presupuesto de 1.233 millones. Las propuestas están graduadas de menor a mayor “riesgo”.
Las más extremas son reducir la vigilancia a la mitad, recortar en limpieza o cerrar el suburbano dos horas antes por las noches. El ajuste, en su vertiente más extrema, supondría despedir a casi un millar de empleados de subcontratas y reubicar a 174 trabajadores de Metro.
Oficialmente la empresa no hace ninguna valoración ni aclara si acometerá las medidas del documento: el plan de ahorro (tres palabras que los altos cargos repiten como un mantra) se conocerá oficialmente cuando el consejero de Transportes lo presente en la Asamblea de Madrid. Hasta entonces, han desgranado solo algunas medidas menores (sin ofrecer cifras) con un efecto modesto en sus arcas: menos dinero para alquiler de sedes, subasta de locales y reducción de altos cargos. Basta echar un vistazo a las cifras.